~ Prostitutas, heroína y alta costura ~

Hoy han llegado a mi muro de facebook una muestra de las sesiones fotográficas más impactantes que he visto. Consistía en un grupo de prostitutas rusas, adictas a la heroína, sin hogar, portando caras vestimentas de alta costura de autores Louis Vuitton, Miu Miu y Alexander Wang.

¿Cómo se os queda el cuerpo? Quiero creer, que mal. Uno podría pensar, sabiendo sólo los datos que os he dado, que es degradante para la mujer en general, y para estas chicas en particular, la fotografía que se les hace. Sus cuerpos están maltrechos, enfermizamente delgados, pálidos y llenos de cicatrices de dosis. Sus rostros apenas tienen los párpados abiertos, y sus arrugas marcan mucha más edad de la que aparentan de cuello para abajo.

A varias de estas chicas les faltan varios dientes. Su habla es lenta y arrastrada, con poca vocalización. Apenas miran a la cámara, sobretodo al hablar. Además, durante las sesiones, los autores, Loral Amir y Gigi Ben Artzi, tuvieron problemas con varias chicas por arranques debidos al síndrome de abstinencia.

Los autores cuentan que estas chicas viven bajo un puente y que han tenido que infiltrarse en un barrio lleno de droga y prostitución donde varias veces les han confundido con policías y han ido a atacarles. Las chicas no se fiaban al principio porque pensaban que eran policías, y hubo que convencerlas hasta que se corrió la voz y comenzaron a presentarse más voluntarias al proyecto. Ahora, sabiendo eso, yo me pregunto cuál es la razón verdadera del trabajo con estas chicas. ¿Vale la pena tanto esfuerzo sólo para ridiculizar su aspecto ante la sociedad? ¿Esto no es marginarlas todavía más?
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Este tipo de fotografía trabaja con el contraste. El contraste entre el lujo extremo y la degradación extrema, juntos en la misma persona, en el mismo momento y en la misma imagen. Mucha gente se siente ofendida por estas instantáneas, pero si nos tomamos 7 minutos y medio para ver el corto que invita a conocerlas, tal vez nos planteemos las cosas de otra manera.

Estas chicas, como todas, tienen sus historias. Esos rostros, por encima de todo, revelan una sola palabra: sufrimiento. Una mujer no llega a ser así de la noche a la mañana, y no adquiere ese rostro en dos días. Arrastrar el dolor, maltratar tu propio cuerpo, dejar de apreciarte a ti misma y perder una guerra eterna ante las adicciones (una guerra de la que siempre podemos levantarnos), es el resultado de una lucha permanente contra uno mismo y contra el mundo. Percepciones distorsionadas de la realidad, miedo a enfrentar las situaciones, a las otras personas, conflictos emocionales, problemas personales, y un entorno que no ayude a mejorar son algunos de los factores clave que pueden transformarte hasta adquirir esos rostros. Pero, ¿por qué recalcarlo tanto con estas fotografías?

Porque son un extremo, así de simple. Son las tres caras de una moneda, y sí, habéis leído bien, tres caras.

Estos rostros, estos cuerpos, son la cruz. La cara mala, la que no se quiere, el rechazo, la batalla perdida, las parias. 

Sus ropajes, son el extremo opuesto, son la cara. La belleza, el postín, la vida perfecta, los lujos, los colores, los brillos, la vida, la alegría, la exposición a los demás, la belleza, lo que nos gusta ver.

Ese es el contraste, ese es el juego. Y la razón de este contraste, de esta serie de fotografías, está en la tercera cara. Poned la moneda acostada sobre vuestro dedo y  miradla al trasluz: la moneda tiene un relieve, un lateral, una cara que no vemos nunca, porque preferimos buscar los extremos, que son más fáciles de ver.

La cara lateral es más finita, pero está entre la cara y la cruz, y sin ella la moneda no existiría, no habría volumen ni contraste. La cara la cara lateral es lo que esconden estas chicas tras los dos extremos que muestran esas fotografías. ¿Somos capaces de verlos?

Antes que prostitutas, antes que drogadictas, antes que modelos, fueron niñas y chicas de la media. Salían con chicos, tenían juguetes, sueños y querían una vida mejor. Seguro que nunca esperaron acabar como han acabado ahora, seguro que estos no eran sus sueños. ¿Qué las diferencia eso de nosotros? Nosotros tampoco esperamos a acabar así. Cuando las oyes hablar, hablan sobre vivir cerca del mar, para ver las olas "como en las películas", hablan de pesadillas con familiares fallecidos a los que van a visitar al cementerio y no encuentran sus tumbas, hablan de amores perdidos, de soñar con colores, o de soñar en blanco y negro. Hablan de las cosas que existen en su corazón, aquellas que todavía las mantienen con vida.

[Vídeo en ruso, subtitulado en inglés]

Esa es la cara que no vemos. Que son personas, y que están entre nosotros pero han caído de un lado de la moneda equivocado y saben volver a levantarse solas. Es necesario ver estas cosas para recordar que estamos en el centro de una moneda que gira, y que dependiendo de dónde caiga, podemos acabar en la cara o en la cruz. Estoy segura de que estas chicas, con las condiciones adecuadas, habrían evitado este camino y podrían salir de él, igual que estoy segura de que, los que viven en el otro extremo, el de la cara, también ocultan mucho bajo su máscara de pestañas y Photoshop.

¿Qué es lo más sano? Quedarse en el centro, que la moneda no caiga, que permanezcamos estables. La vida está llena de alegrías y penas, de momentos que nos desestabilizan. Mientras la moneda no caiga, está bien que giremos sin parar, que aprendamos y vivamos ese balanceo que lo hace todo más emocionante, y que lo hagamos con salud y enriqueciéndonos de cada experiencia.

Al contrario que muchos, a mí no me parece que estas fotos degraden a las mujeres que las portan. Me parecen una denuncia social estupenda, y que consigue el objetivo de llamar la atención y obligarnos a pensar sobre la sociedad de hoy en día. Lo que cuesta más es que se les preste la suficiente atención como para darnos cuenta de que nos incomodan porque hay ciertas cosas de nuestra sociedad y de nuestra vida que no queremos ver, y estas fotografías nos la evocan con descaro.